El pasado fin de semana, un amigo al que conocí hace tiempo cuando nos carteábamos y con el que recientemente volví a retomar la amistad al encontrarle por las redes sociales, me invitó a pasar un par de días a su chalet en las afueras.Vivía solo y el pueblo más cercano estaba a kilómetros, así que nada de fiestas ni borracheras. Por eso cuando Colton Grey me dijo que me iba a hacer pasar el mejor fin de semana de mi vida, no le creí.
Mi sonrisa de incredulidad, lejos de enfadarle, parecía no importarle. Estaba muy seguro de lo que decía. Nos pusimos los bañadores en la misma habitación como buenos colegas y pasamos la tarde en la piscina. El sol estaba a punto de ponerse cuando le vi detrás de una roca natural que decoraba el patio. Desde allí me estaba mirando sin apartar la vista. Eso me mosqueó un poco, así que salí, me acerqué y vi que se estaba tocando el paquete.
Se acercó demasiado para lo que yo estaba acostumbrado de un amigo y rozó su paquete contra el mío. Ni siquiera me había dado cuenta de que yo también estaba empalmado con la trompa a punto de reventarme el bañador por el lateral. Como que me llamo Hector de Silva que juro que nunca un tio me la había puesto de aquella manera. No sé, por buscar explicaciones a todo aquello, supuse que el chaval estaba buenorro y había pegado un cambio enorme desde la última vez que le vi en fotos, ahí ahora con su barbita molona y esos ojazos que pedía que le follaran el culo a todas horas.
Se acercó todavía más, se me puso meloso dándome besitos, me bajó el bañador hasta los tobillos, se hizo con mi polla tiesa y a ver cómo le decía que no a una buena mamada. Le dejé que hiciera lo que quisiera y lo mejor es que lo gocé como un perraco, mucho más el momento en el que se sentó encima de mis piernas clavándose el rabaco y tuve ese culo durante un buen rato haciéndome una suculenta y apetitosa paja que no olvidaré jamás.
Sobre todo no olvidaré cómo acabamos los dos, montados sobre la roca. Se puso frente a mí, cascándome la polla a cada salto, yo viendo cómo la suya, bien larga y guapa, iba y venía de un lado a otro que me estaba dejando hipnotizado. Cuando le vino en gana, se la agarró, se la machacó a tope y soltó unos buenos escupitajos de lefa al viento. Me lo seguí follando hasta que se hubo sacado la última gota, entonces se la saqué del culo y le solté mi ración de leche. Hostia puta, ni fiesta ni borracheras, pero me estaba haciendo pasar el mejor fin de semana, y lo que quedaba.