A veces, que te den lo que te mereces no está ni tal mal, sobre todo si es bueno y es el resultado de acciones que has llevado a cabo de forma totalmente inconsciente y siendo como eres. Por eso mismo, cuando Hector de Silva sale del baño después de pegarse una buena ducha y tanto él como su coleguita Ehrik Ortega ya están de punta en blanco, trajeados de corbata, dispuestos a salir a hacer negocios, ni Hector se puede resistir a lo guapo que es Ehrik ni Ehrik a lo guapo que es Hector, obligándose a dar el uno al otro su merecido.
Y lo que se merecen no es otra cosa que unas horas libres para volver a desvestirse de nuevo sobre la cama, para ponerse a cuatro patas y pajear rabos con la raja del culo, para follar como animales desgarrándose los botones de las camisas, usando las corbatas como riendas de caballos, montando y domando a las bestias que llevan dentro.
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Sí, son esos tios buenorros que ves salir del portal en pareja, los mismos con los que te casarías sin dudarlo esperando una fantástica noche de bodas deleitándote desabrochando cada botón de ese traje y desanudando con gusto la corbata y que se cruzan contigo por la calle con el maletín en la mano, como si nada hubiera sucedido. Pues apenas un ratito antes ahí estaban follando como locos, con el pantalón a medio bajar y el culazo lo suficientemente al descubierto como para encajar una voluminosa polla hasta lefarse encima.
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